Evaristo Sulub, el último rebelde maya

Por Juan Cimá Barzón

A 86 años de aquel 13 de abril de 1933, cuando Dzulá fue emboscada e invadida a traición y masacre, me inspira compartirles este dibujo que hice a lápiz, del Teniente Evaristo Sulub, retratado como la gente de su pueblo recuerda a este personaje que pasó a la historia como el «último rebelde maya», un teniente altivo y enérgico, ataviado de su vestimenta maya de tela fina, casimir inglés que se obtenía del intercambio comercial en la frontera con Belice.

En la oreja izquierda portaba su pendiente de oro puro que denotaba su alto rango.

Él, contrario a otros generales, jamás renunció a su vestimenta maya, se rehusó a negociar la «entrega» de su pueblo y llevó la causa de la Guerra Social Maya hasta sus últimas consecuencias.

Por encima de su orgullo aceptó dialogar con los federales sólo porque era la única solución para que su gente, que vivía en el destierro, refugiados desde hacía 4 años en Tixcacal Guardia, regresaran a Dzulá, que se encontraba sitiada desde su invasión en aquel 13 de abril en las vísperas de semana santa.

Además, era la única manera de recuperar su pueblo, porque, a consecuencia de que los demás generales ya habían negociado con los federales, el teniente y el pueblo de Dzulá eran los únicos que seguían en resistencia y por lo tanto, el movimiento armado perdía su fuerza.

El ejército de Sulub retornó a Dzulá, lugar donde el último rebelde maya murió a causa de una extraña enfermedad, se piensa que fue víctima de envenenamiento, para apagar su rebeldía y así jamás volver a incitar a su pueblo a levantarse en armas.

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