El monero Colinas pide a todos quedarse en casa antes que nos de “el patatús”

 

Señores, señoras, chamacos, si no tienen nada qué hacer en la calle, quédense en sus casas.
Hagan caso a las indicaciones antes de que, como en Estados Unidos, España e Italia -países de primer mundo, ojo- las fuerzas del orden tengan que agarrarles a garrotazos para que obedezcan.
Cuando los hospitales se saturen de tanto paciente al borde del abismo, muchos se darán cuenta de la importancia de prevenir antes que lamentarse.
Va, como ejemplo, una desastrosa experiencia en carne propia:
Tres años van que este “monero” estuvo siete días en el hospital regional de especialidades del ISSSTE en Mérida, arrinconado, esperando una cama en el llamado pasillo de la muerte del área de urgencias. Siempre estuvo saturado.
Un día, hubieron setenta cristianos, tendidos, moribundos, urgidos de recibir una atención como Dios manda.
Estuve a punto de deschavetarme escuchando quejidos -aullidos lastimeros- por todos lados.
Las médicos y enfermeras eran insuficientes a todas luces.

Prevalecía un espantoso coro de quejidos. Si no eran de dolor, eran lamentando la falta de atención médica.
El chiste es que los gemidos brotaban por todos lados.
La gente, imposibilitada de levantarse, pedía desesperada un utensilio para hacer pis o popó y nunca les llegaba.
Y, ni modo, a orinarse y zurrarse en la cama.
Para este servidor, que nunca había colapsado de esa forma, el entorno era apocalíptico.
“¡Ya me hice del baño, hijos de tal por cual!”, gritaba lo más escandaloso que podía una dama ya entrada en años, para que alguien acudiera en su auxilio.
La respuesta era una brutal indiferencia. El personal estaba completamente rebasado.
Fue una de las experiencias más caóticas por las que he atravesado.
Siento escalofríos tan solo de imaginar lo que será estar con docenas, cientos de infectados en el hospital con la espada del Covid desenvainada, pendiendo de sus nucas.
Hagan caso, cuídense, quédense en sus casas.
No es cualquier cosa, es cuestión de vida o muerte.
(Nicolás Lizama).

 

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