Cuch Holoch.- En medio de la humedad para que la paja se pueda moldear y facilite su manipulación, diversas mujeres, todas ellas amas de casa de entre 40 y 70 años, diariamente se la pasan tejiendo a tres metros bajo tierra, en cuevas, para poder hacer entre 3 a 4 sombreros al día.
Un trabajo cansado, en condiciones húmedas, que les aborde más de 10 horas al día y careciendo de todo tipo de apoyo gubernamental en Cuch Holoch, Municipio de Halachó, Yucatán, estas mujeres mayas artesanas, apenas logran vender a los “coyotes” sus sombreros a 25 pesos cada uno, en una de las injusticias más grandes que existen, pues apenas logran tejer de dos a tres ejemplares diariamente.
En estas cuevas trabajan alrededor de cuatro a cinco artesanas y solo descansan para ir a comer, atender a sus hijos y maridos y retornan para seguir tejiendo los sombreros de paja.
Las cuevas tienen una entrada a base de piedra, con escalones por donde ingresan las artesanas al interior, en donde se observa el mojo sobre la tierra blanca (sascab) y la humedad que les carcome los huesos, pero aun así siguen adelante trabajando para subsistir.
“Mi difunta mamá me enseñó, desde los 8 años, nos enseñó a tejer, después para formar el molde, regresamos de la escuela y regresamos a la cueva para aprender”, comentó Wilma May Tzuc, otra de las tejedoras, ya con la vista cansada, pero aún con mucho ánimo para terminar sus sombreros y al final de la semana lograr venderlos para subsistir.
Las mujeres con esto ayudan en sus hogares, a los maridos con el gasto, aseguran que lo hacen con gusto.
“Aquí estamos tejiendo con mis compañeras, porque necesitamos para ayudar a nuestra familia, a nuestros esposos; gracias a dios tenemos pedidos y estamos tratando de sacarlo y estamos acá”, dijo May Tzuc.
Cuch Holoch tiene unos 2 mil habitantes, pertenece al municipio de Halachó, la mayoría son maya hablantes; y s eha caracterizado por producir diferentes artesanía hechas con manos mayas.
Este poblado se encuentra a hora y media de la capital de Yucatán, la Blanca Mérida y los hombres se dedican mayormente a sembrar y realizar todas las actividades del campo.
Cada sombrero les puede llevar de 2 a 3 horas terminarlo, a mayoreo lo venden a 25 pesos, aunque en las tiendas de artesanías a los turistas se los llegan vender hasta en 200 pesos. Ellas solo piden que les reconozcan el esfuerzo, aunque los coyotes prácticamente las ningunean su trabajo.
“Si nos gustaría que entendieran que pasamos tiempo haciéndolo y por eso me gustaría que crean en nuestras manos; para entregarle, no esperamos que vengan y nos agradezcan, pero con que nos compren les agradezco también”, aseguró María Jesús May.
Las mujeres aseguran que ha sido poco el apoyo que les han brindado por parte de las autoridades, ellas han tenido que comprar su material y ver cómo salir adelante.
Los esposos también ayudan, en el campo se cultiva la palma y también existen otros que llevan a cabo el prensado para dar el acabado final, como Ponciano Tzuc quien lleva 12 años realizando esta actividad.
Me da mucho gusto trabajarlo tengo paciencia para que yo saque los sombreros de calidad, trato de no echar a perder nada, aseguró.