Por Pedro Canché
-¿y si nos echamos un café en el Oxxo? Estamos a dos cuadras…
-Si invitas acepto comandante Josue, dijo Carlos, el policía tercero cuando faltaban 10 minutos para los 2 de la madrugada del viernes 27 de Agosto mientras conducía la patrulla.
Enfila la patrulla azul con la leyenda ‘Policía Quintana Roo’ en letras color plata por las calles del fraccionamiento Villas del Sol en Playa del Carmen, el populoso barrio peligroso, donde el traqueteo de las llantas en los baches se apaga con el aullido triste de los perros 🐕.
-Frena, frena, vas a atropellar a esa niña!, ¿está sangrando en esa mano?
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Ciudad del Carmen, Campeche, 7 meses antes…
En el Limonar, ahí donde las aguas residuales corren por la calle Toronja, Karla (el nombre ha sido cambiado para proteger su identidad) escucha su destino. Tendría que irse con José Alberto, de 28 años de edad.
A sus 14 años es la nana de sus sobrinos y la lavandera de la casa. Ese día apenas llevaba la ropa en la batea para lavar a mano y vio a José Alberto otra vez ahí con su hermana, esta vez él le entregó unos billetes.
-Te vas con José Alberto, Karla. Es por tu futuro. Ahí en Playa del Carmen tendrás casa propia y ahí José Alberto tiene un trabajo. No lo pienses. Mete en esa caja 📦 tus ropas y un día te vamos a visitar.
Desde los 10 años, Karla vive con su hermana Mariana ahí en el Limonar. Sus padres empobrecidos la dejaron ahí para que se ‘supere’ en Ciudad del Carmen y regresaron en su choza en un pueblo a 80 kilómetros de la isla petrolera.
Se cruzó con José Alberto un par de veces cuando iba a comprar en la tienda de El Limonar. El carmelita la seguía y le tiraba piropos subidos de tono e insinuaciones. Una vez, con una cerveza en mano le juró que se la llevaría a Quintana Roo a conocer el mar azul turquesa.
Otras veces la veía llegar con su hermana Mariana y traía bolsas con el logotipo de Chedraui. Hasta que ese día de Enero sellaron su destino. Mariana aceptó los 2 mil pesos que le ofreció José Alberto para llevársela a Playa del Carmen. Ya estaba vendida. Cómo los artículos de la tienda, Karla también ya tenía precio.
En Villas del Sol en la casa marcada con el número 27, lo primero que le dijo José Alberto cuando la trajo en Enero fue que no hablara con nadie. Cuando iba al trabajo la dejaba encerrada. Tenía prohibido salir. Ni a la tienda de la esquina. Que viera televisión, que cocinara, que limpiara la casa y lavara la ropa en el estrecho patio bardeado con bloques altos.
Fue en la primavera cuando quiso salir a respirar aire. Apenas cumplió 14 años y no la habían dejado ver ese mar azul turquesa que le prometieron. No llegó ni a la calle y un surtido de golpes castigó su menudo cuerpo. Diario era la misma rutina. Llegaba el tipo por la noche con caguamas en la mano y después la obligaba a tener relaciones con ella. Cuando Karla se resistía, sufría puñetazos en el estómago y rostro.
-No hables con nadie o te mato. Aquí te hago pedazos y nadie va a reclamarte, eran las amenazas que taladreaban en sus oídos.
Hasta que esa madrugada del 27 de Agosto logró agarrar las llaves del cuartucho de la bolsa del pantalón del embriagado José Alberto y abrió la puerta 🚪 lentamente. La llave de la reja se tardó un poco en buscarla y abrirlo por lo oxidado de la cerradura. Cuando ya iba de salida sintió que la jalaron de su pelo azabache y la arrastraron a la casa.
-¿A dónde crees que vas? Ven acá Karla. Te voy a enseñar quien es tu dueño.
El enfurecido sujeto sacó una hacha 🪓 , le colocó la mano sobre una silla y alzó el arma para cortárselo. Sacando fuerzas más allá de sus miedos, Karla jaló el brazo muy fuerte mientras el hacha caía peligrosamente y solamente alcanzó a cortarle la mitad de la muñeca. Gritó muy fuerte y el dolor hizo que sacara todas las fuerzas de su ser y corrió hacía la puerta que estaba todavía sin seguro y jaló la reja que poco antes había abierto.
Sorprendido, el briago corrió tras ella pero esta vez no pudo alcanzarla del pelo y trastabilló en la banqueta.
La niña con la blusa 👚 rosada corrió hacia la esquina dejando una chancla 🩴 rota en su correr. Sintió que el alma se le escapaba del cuerpo ahí por el cuarto parque de la avenida Sur con calle Ostreros del maldito barrio Villas del Sol. Unas luces quedaron a metros de ella y la encandiló.
-¡Suéltame por favor, suéltame, no me mates, yaaaa por favor yaaa!
-Calma pequeña- dijo el comandante Josue mientras la abrazaba para que no siguiera corriendo-, calma somos la policía, explícanos qué ocurre.
-Él, él… me quiere matar…
Carlos corre tras José Alberto que se sorprende también al ver a la policía. Le tuercen el brazo y lo suben a la batea de la patrulla. Unas esposas en la mano lo sujetan a la barra de metal…
-Es mía, es mía…
-Un poco más y le cortan la mano a esta niña, ¿quien fue el desgraciado?, exclamó enojado el médico del hospital general.
El juez calificó de legal la detención y ordenó que lo encarcelen 2 meses mientras se hace la investigación complementaria que fenece el 29 de Octubre.
La Fiscalía General del Estado de Playa del Carmen solicitó hoy domingo una orden de aprehensión por violación contra el carmelita. Investiga el caso de trata por la venta de la niña en 2 mil pesos por parte de su hermana Mariana.
-No me dejen ir con él otra vez. Me golpea mucho. Por favor, mándeme a mi pueblo…
A la asistente social del DIF de Playa del Carmen se le humedece los ojos.
-Estás a salvo con nosotros Karla, ¡claro que no regresarás con ese señor!
-Entonces, ¿le entregaste 2 mil pesos a la hermana para poder traértela a Playa del Carmen?, le dice el juez clavándole la vista de manera furiosa a José Alberto…
(Las autoridades desarrollan esta investigación por trata, no pueden regresar a Karla a Ciudad del Carmen con su hermana que la tenía bajo custodia y la vendió. Así que estará en el DIF bajo el resguardo del Estado).