*Por Jacob Lyng, periodista australiano.*
La Convención de Viena ha tenido unos meses tumultuosos recientemente. Una disputa entre México y Ecuador se convirtió en una crisis cuando la embajada de México en Quito otorgó asilo a una de las figuras políticas más polémicas en la historia moderna de Ecuador: el ex vicepresidente y ex convicto Jorge Glas. La reacción inepta y exagerada de Quito causó la peor crisis diplomática que Ecuador haya enfrentado desde que hospedó al refugiado político australiano Julián Assange en su embajada Británica de Londres, enfureciendo a Estados Unidos, quien consideraba al periodista un criminal bajo sus leyes draconianas de espionaje.
Ecuador, el país que generosamente dio asilo al periodista más impactante de su generación–quién publicaba filtraciones al interés público como 250,000 cables diplomáticos de EE.UU hasta los crímenes de guerra en Irak y Afganistán en su publicación Wikileaks– ahora no estaba tan feliz con ciertos aspectos del asilo político con respecto a la decisión de México a conceder ese derecho al ex vicepresidente Jorge Glas.
Tenía razón: políticos acusados y condenados de corrupción masiva y sistemática en Ecuador habían abusado del concepto de asilo político, como la ex ministra de Transporte y Obras Públicas y de Vivienda María de los Ángeles Duarte, quien se refugió por casi tres años en la Embajada Argentina en Quito. La fuga de la ex ministra Duarte de Ecuador en marzo de 2023, quien desapareció de la embajada y apareció en Caracas–sin presentarse a la cárcel por su condena de ocho años de prisión en el caso Sobornos por cobrar coimas de 7,3 millones de dólares de parte de contratistas de obras públicas–causó otra crisis diplomática entre Ecuador y el ex gobierno de Argentina.
El recién nombrado presidente Daniel Noboa estaba tratando de evitar el escape de un pez mucho más grande–también condenado en el caso Sobornos, Odebrecht, y casi una docena de escándalos de corrupción más–cuando el principiante presidente ecuatoriano mandó un comando de las fuerzas especialess de la policía que irrumpió sobre los muros de la embajada mexicana en Quito para sacar al ex vicepresidente a la fuerza bruta. En lugar de una reacción tan exagerada, ¿los asesores políticos que rodeaban al neófito Noboa le informaron sobre la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, que cubre diversos aspectos de la diplomacia como los privilegios, la inmunidad y la protección a las embajadas (y sus huéspedes), en particular el Artículo 31 sobre la inviolabilidad de locales consulares?
Fuerzas especiales de la policía ecuatoriana irrumpen en la embajada de México en Quito para arrestar al exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, el 5 de abril de 2024.
En las semanas que precedieron al allanamiento de la embajada mexicana de Quito, tal vez el joven presidente se enteró de la existencia de la convención por las noticias internacionales cuando salió un video filtrado desde la Embajada de Hungría en Sao Paulo que mostró a Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, entrando en el complejo diplomático apenas cuatro días después de que su pasaporte fuera confiscado en una investigación sobre un presunto complot de golpe militar. Bolsonaro esperaba un Plan-B para escapar del país si las investigaciones de la policía federal de Brasil encontraban más pruebas de complicidad en su contra. Un mes después, a principios de abril, el gobierno de Israel convirtió en escombros el edificio del consulado iraní en Damasco, Siria, con un ataque aéreo que fue ampliamente condenado por cruzar una línea roja y rompiendo el espíritu y la letra de la Convención de Viena. Irán prometió venganza y la amenaza tenía dientes con el precedente de la Crisis de los Rehenes de Irán hace 40 años en la embajada de Estados Unidos de Tehran.
Además, seguramente los consejeros del joven presidente le contaron el cuento con moraleja del presidente hondureño Manuel Zelaya dentro de la embajada brasileña en Tegucigalpa. Después de un golpe de estado mientras que el presidente estaba fuera del país, Zelaya logró reingresar al territorio hondureño en las rutas de contrabando y llegar escondido a la capital para entrar a la embajada de Brasil. La embajada brasileña ofreció refugio para Zelaya y otros 63 seguidores en las instalaciones de la misión diplomática del país protegido por la Convención de Viena. Inmediatamente, las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno hondureño rodearon el edificio para bloquear el acceso al lugar e impulsar un toque de queda a los ciudadanos. Se cortó el suministro de energía, al igual que las líneas telefónicas en el edificio de la embajada.