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EL NIÑO PELUQUERO

–Mami hoy es sábado y haré 20 cortes para mí transporte a la secundaria y gastada en la escuela.
Julio Estiben se estiró. Se levantó de la cama allá en su domicilio, el domicilio de su tío en Paseos del Mar de la manzana Etapa 3 de la manzana 93 donde no hay policías. Las regiones olvidadas.
Enfrente del domicilio de su tío José Antonio Ochoa está la peluquería “Jaskinggg”. Es el peluquero y propietario. Hay dos niños de 4 y 5 años. Vinieron a ponerse guapos. A él le toca cortar el cabello del más pequeño.

–Mami no te pongas nerviosa. Mami solo me dieron un balazo aquí. Muestra su pierna derecha donde entró una bala de las ráfagas de dos sujetos que en motocicleta pasaron, dispararon y huyeron. Otra bala le rozó el codo.
Su tío el dueño de la peluquería José Antonio Ochoa estaba tirado con seis balazos.
Al niño cliente lo empujó por instinto de la silla y se salvó . El otro su madre, doña Yolanda Cahuich puso su cuerpo y le tocó las balas. Sonia, madre de otro niño que esperaba turn,  fue herida también.
Un sábado de disparos a una peluquería en Cancún. Aún no estaba llena. Eran las 11 de la mañana de hoy sábado 2 de Septiembre mientras Enrique Peña Nieto rendía su informe a 1500 kilómetros. Es el drama de los que viven en los barrios a 40 minutos del centro.
Encontramos a la madre de Julio, Sandra Aguilar, en el hospital general. Tiene frío. Está lloviendo mucho en Cancún. Tiene puesto una camiseta de la selección de Hondura. Tiene la letra H a la altura del pecho. Y está manchada con sangre.
–Es la camisa de mi hijo. Se la quitaron en emergencias. Por eso está manchada de sangre. Tengo frío. Me la puse. Mi hijo estudia en la secundaria “Benito Juárez” en la Ruta 5.
Sandra estaba cotizando con el Plomero una tubería rota. Tenía tomada de la mano a su hija de 7 años. A dos cuadras de su casa. Escuchó los disparos. La gente gritaba “dispararon a los peluqueros”. Su corazón se le enfrió corrió y abrazó a Julio de 15 años, estudiante de tercero de secundaria.
Hay como 150 personas en la sala de espera del Hospital nuevo en el Arco Norte. No hay policías a un kilómetro a la redonda. Sandra y su cuñada, Greyci, esposa del peluquero tienen miedo que vengan los pistoleros. Miran y desconfían de todo.
–Su niño tiene astillado los huesos de la pierna, dijo el dr de urgencias. Entra a cirugía.
En cambio para Antonio el peluquero con seis balazos el médico no quiere decirle nada a Greyci.
Es una familia hondureña. Greyci y su esposo peluquero llegaron hace un año a Cancún.
–Es un buen peluquero. Muchos clientes tenía. A alguien le dio envidia.
Sandra y su esposo y dos hijos llegaron hace 4 meses. Él repara aire acondicionado.
–No vayas a Cancún hija. Por favor. Le rogó la madre de Sandra.
–Yo si voy pero regreso, dijo Julio.
–Hijo no puedes perder la escuela. Estudia por favor y en Diciembre vamos a Tegucigalpa a visitar a tu abuela.
–Mamita ya se hacer cortes de cabello. Con eso compraremos los pasajes para ir a Tegucigalpa.
Hace dos meses aprendió y le dieron su silla. Todo un peluquero el pequeño Julio.
–Huimos de la delincuencia y crimen de Honduras. Venimos al paraíso. Nunca pensamos que nos harían esto, dice Greyci. Unas gruesas lágrimas rodan por sus mejillas.
–¿Se van a ir? Nos acercamos al hospital para traerles estos dramas cotidianos. Algo que no merecemos los que vivimos en Quintana Roo. Usted no lo merece. Ellos tampoco.
–Nos iremos. Que lástima. Tan bonito Cancún.
–¿De quien sospechan?
— De los envidiosos.
Julio recibió útiles escolares del alcalde Remberto Estrada y esperaba para esta semana los uniformes que el gobernador Carlos Joaquín le daría.
Ahora está con anestesia.
–¿Mi tío está bien? ¿Los clientes están bien?
Los esposos de las mujeres heridas que llevaron a sus hijos a la peluquería “Jaskinggg” están enojados. Impotentes. Caminan con rabia en los pasillos de urgencia.
Sandra y Greyci están sentadas en uno de los bancos de cemento. No apartan su mirada de la puerta de emergencia. Quieren escuchar alguna buena noticia.
 
Solo hay malas noticias: El dueño de la peluquería, José Antonio Ochoa murió

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